El mundo de los monstruos
- Miloj, levántate, ya es hora de irnos.
Morgath toma su pesada espada y la enfunda en su espalda. Se mueve de forma lenta pero continua. Con un ademán señala a su nieto que deben avanzar.
- Abuelo, ¿te acompañaré hasta el otro lado?
- Hmm…
Miloj no se atreve a volver a preguntarle. Su abuelo no es alguien que repita las cosas. Sigue detrás de él avanzando, por la espesura del campo. Por varias horas siguen por un sendero oculto que se mete entre las montañas y llegan a la estación del sistema de transporte flotante. Cada dos días llega un globo desde la capital, trae suministros y correspondencia.
- ¿En dónde nos vamos a quedar Abuelo?
- Nos vamos directo, por eso salimos hace dos días del campamento, para no tener que esperar aquí.
- Ah, qué bueno, no me gusta este lugar.
- ¿Qué no te gusta de este lugar?
- Los habitantes de aquí parecen ser gruñones, son muy serios y casi ninguno sonríe.
- Los habitantes de aquí vienen también de servir a la capital. No es una labor sencilla, y no cualquiera puede llevarla a cabo.
- Entonces ¿también fueron recolectores como tú?
-Si, algunos de aquí estaban en mi división.
- Cuéntame algo sobre tus viajes, alguna aventura.
- No son aventuras, el mundo de los monstruos no es un lugar bonito, no es algo de lo que me gusta acordarme.
Miloj suspira y ahoga las preguntas que le quedaban en ese momento. Llegan a la estación y abordan el transporte. Es impresionante ver un globo de forma esférica levantar la cabina donde vienen más de 300 individuos, amontonados y mirando por las pequeñas ventanas circulares.
El viaje dura poco más de medio día. A pesar de su forma tosca el transporte se desplaza rápidamente por entre las nubes y las islas flotantes. El mundo es un lugar vasto y complejo. Tanto en los cielos como en el subsuelo se encuentran múltiples archipiélagos de islas y cavernas. En algunas hay poblados o ciudades pequeñas, y en otras la vida silvestre las resguarda, dando lugar a verdaderas maravillas naturales. Estos lugares son hogar de muchísimas especies de flora y fauna, esta última con algunos elementos genuinamente imponentes. La isla flotante de Maldhun tiene una especie de rumiantes, llamados Tarkhaat, que miden más de 20 metros de altura y pasan con facilidad las 25 toneladas de peso. Son animales poderosos y muy serenos. Nadie los molesta, y por su ocupación en esta isla la civilización les respeta y nadie se acerca a dicho lugar. Mientras el transporte flotante se desliza silencioso por la cara norte de esta isla, Miloj se pega a la ventanilla e intenta ver si algún Tarkhaat pastorea por las laderas que están a la vista. Decepcionado se incorpora de nuevo en su asiento.
- No vi a ninguno.
- No son criaturas que existan para que las miren los que pasan por aquí, lo entiendes, ¿verdad?
- Si, creo que sí. ¿Tú los has llegado a ver Abuelo?
- Si, muchas veces. Tuve amistad con uno de ellos. Un viejo amigo, en mis épocas de recolector.
- ¿Tu amigo? Los Tarkhaat ¿pueden ser amigos de nosotros?
- No en la forma en que tu piensas en un amigo. No hablan, ni ven el mundo como nosotros, pero saben leer el corazón de los seres vivos. Son seres poderosos y sensitivos, por eso están siempre cuidando los vórtices.
- ¿Ellos también cruzan y recolectan los orbes?
- No, ellos solo cuidan que ningún monstruo del otro lado entre a nuestro mundo. Tienen la potestad de cerrar los vórtices si presienten que algún monstruo se aproxima o está por cruzar.
- Algún día quiero cruzar y verlos con mis propios ojos.
- Espero que ese momento jamás llegue, El mundo de los monstruos es peligroso, en tu condición te eliminarían de inmediato.
- Soy un Kthunay como tú, todos en nuestra familia han cruzado, ¿porque yo no debería?
-Porque pareces no tener lo necesario, eres demasiado curioso, y jamás podrás pasar el examen final de la academia, la curiosidad es una debilidad para un recolector.
Una densa nube cubre la vista y Miloj se termina sintiendo decepcionado, de ni siquiera poder mirar afuera mientras su abuelo lo desanima a intentar ser un recolector. Toda su vida estuvo escuchando las historias de su padre y su abuelo sobre sus viajes al mundo de los monstruos. Le emociona escuchar sobre las búsquedas de los orbes antiguos y de las incursiones de su tribu en el mundo de los abominables monstruos. En su mundo estos orbes son la fuente de energía principal, y también son elementos sagrados que permiten que su especie pueda convertirse en adultos, estos orbes están conectados a ellos en múltiples niveles y los Kthunay no podrían prosperar sin estas piezas antiguas.
De pronto se siente un temblor en la cabina donde venían, el piloto avisa a la tripulación que una raíz gigante cayó y dañó uno de los costados de la esfera, por lo que tienen que anclar en una pequeña isla enseguida de Maldhun.
- Estimados tripulantes, les pedimos bajar y no salir del área descampada, aunque esta isla ya no es parte del territorio de los Tarkhaat todavía seguimos en territorio salvaje. Esperamos poder reparar el daño en un par de horas, les pedimos ser pacientes y cautelosos.
Una expresión generalizada de descontento sale de los tripulantes. El viaje ya era largo de por sí y si se retrasan la noche los alcanzará. Miloj y Morgath se levantan y salen al área descampada donde aterrizaron para esperar a que reparen el transporte flotante. La isla donde estaban quedaba ligeramente por encima de la gran isla de los Tarkhaat y Miloj no pudo evitar ver desde la orilla una serie de grandes bultos peludos y blanquecinos moverse lentamente por entre la espesura del bosque.
- ¡Abuelo, mira, los veo!
Morgath se acerca pesadamente y observa en silencio.
- ¿Crees que ahí vaya tu amigo?
- No, sería imposible, los muertos no caminan.
- ¿Como? ¿tu amigo murió?
- Si.
- ¿Cómo sucedió?
- En una de mis últimas expediciones, uno de los monstruos nos detectó y nos siguió hasta el portal, mi amigo tuvo que cerrarlo definitivamente. Los Tarkhaat pueden cerrar los vórtices porque están ligados a ellos. Al nacer un Tarkhaat, un vórtice nace también, y se cierra cuando la vida del Tarkhaat se apaga. Aunque también funciona en el otro sentido, si un vórtice es forzado a cerrarse definitivamente, la vida del Tarkhaat ligada a él también se termina.
Miloj se queda pensativo mirando a la distancia como los Tarkhaat se adentran en la espesura del bosque y desaparecen de vista. Las dos horas pasan y los mecánicos no han terminado de reparar el daño en el casco, parece que se dañaron también un par de líneas estructurales y se tienen que fundir de nuevo en la forja de la cabina. Esto les tomará al menos toda la noche, por lo que el piloto da la orden de desplegar el campamento de emergencia. La noche cae y todos se disponen a dormir en el campamento, Miloj y su abuelo se acomodan en las orillas. La noche se despliega tranquila, y solo se escucha la música nocturna, orquestada por las plantas y animales que iluminaban el ambiente con su canto y luz.
- ¿Es peligroso dormir aquí abuelo?
- Nunca estarás 100% seguro, ni siquiera en la ciudad. Pero al menos hoy no hay de qué preocuparse, estamos muy cerca de los Tarkhaat, ellos son nuestra garantía de que nada nos pasara hoy.
- Pero ¿no dijiste que con ellos están los vórtices en el mundo de los monstruos?
- No, el que un Tarkhaat esté ligado al vórtice no significa que este lo acompañe siempre y en todo lugar. Tienen la facultad de esconderlo a voluntad. Solo cuando están profundamente dormidos, débiles, o distraídos es cuando su vórtice está vulnerable.
- ¿Y es ahí cuando pueden venir los monstruos?
- No necesariamente, las cosas son mucho más complejas de lo que crees. Solo te diré que es más probable que nosotros crucemos a su mundo que ellos al nuestro. Pero es más peligroso que los monstruos vengan, pues son criaturas complejas, ambiciosas, insaciables, y crueles. Nosotros vivimos en concordancia con el orden universal, ellos lo niegan y por consiguiente corrompen todo. Dentro de su especie hay un tipo de monstruo que es temible, Los Devoradores, son los que más han intentado venir, y si alguno hubiera cruzado, no existiría el mundo que ves.
- ¿Llegaste a ver alguno?
- Si, muchas veces, pero siempre fui más sigiloso que ellos, y jamás me detectaron. Ya has hecho muchas preguntas Miloj, duerme, descansa, ha sido un largo día. Hay muchas cosas que todavía no estás listo para ver así que no quiero más preguntas sobre el mundo de los monstruos, es un lugar peligroso al que cualquiera puede cruzar, pero no cualquiera debería hacerlo, ¿entendido?
Miloj se acomoda en su cama y se dispone a dormir. La noche avanza y Miloj no puede descansar, sigue pensando en todas las cosas que había platicado con su abuelo y su curiosidad lo está animando a escabullirse del campamento y buscar en la isla vecina algún Tarkhaat y ver si puede ver algún vórtice con sus propios ojos. Pensando en que mientras los Tarkhaat los cuidasen él podría acercarse y mirar un poco. Se sale del campamento y se dirige en busca del vórtice. Avanza por entre acantilados y raíces gigantes hasta que baja a la isla vecina. Busca por un rato y no ve nada, de hecho, no tiene idea de cómo luce un vórtice. Después de un rato, decepcionado se sienta en un claro, y mira que al lado hay un pequeño estanque de agua cristalina. Se extraña de que en el estanque no se refleja nada. Se acerca más y se da cuenta que no es realmente agua, es una especie de sustancia gelatinosa. Esta sustancia se comienza a mover conforme él se acerca, vibra como si el viento soplase desde abajo. De pronto la sustancia gelatinosa encierra a Miloj en una esfera y produce un fuerte resplandor de luz blanca, Miloj pierde el conocimiento.
Despierta confundido, está en un lugar oscuro. Se incorpora y se mueve a una luz en forma de círculo que se vislumbra adelante. Se acerca y se da cuenta que es una puerta, del otro lado se escucha algo, toma la manija y abre la puerta. Al cruzar se da cuenta que este no es su mundo. Miloj está ahora en el mundo de los monstruos.
Confundido, contempla un mundo extraño, lleno de concreto y cristal. Algo lo mira fijamente, siente temor, no puede moverse, y entonces recuerda las palabras de su abuelo:
“Cualquiera puede cruzar, pero no cualquiera debería hacerlo.”
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